Lecturas:
Is 55,6-9: Sus caminos no son mis caminos
Salmo responsorial 144: Cerca está el Señor de los que le invocan
Flp 1,20c-24.27a: Para mí la vida es Cristo
Mt 20,1-16: ¿Vas tener tú envidia porque soy bueno?
Is 55,6-9: Sus caminos no son mis caminos
Salmo responsorial 144: Cerca está el Señor de los que le invocan
Flp 1,20c-24.27a: Para mí la vida es Cristo
Mt 20,1-16: ¿Vas tener tú envidia porque soy bueno?
La gracia y la misericordia de Dios se contrapone a la mentalidad religiosa judía de los tiempos de Jesús. Frente a la teología del mérito del sistema religioso se opone la teología de la gracia predicada por Jesús. Desde esta perspectiva, la salvación no se alcanza solamente por méritos propios sino por la misericordia de Dios que nos la concede a pesar de que no la merezcamos.
El texto del segundo Isaías centra su
actividad profética en el tema de la consolación del pueblo desterrado.
Pero el destierro fue por la desobediencia del pueblo y de sus
dirigentes que se apartaron de Dios y quebrantaron la alianza. Sin
embargo, Dios no abandona a su pueblo. Si el pueblo es infiel a la
alianza, Dios permanece siempre fiel. Los caminos del Señor son muy
distintos de los caminos humanos. El profeta insiste en la invitación a
buscar al Señor. Hace un llamado a la conversión y al arrepentimiento
porque Dios es Clemente y misericordioso y siempre está dispuesto al
perdón. Los planes de Dios no son tan limitados y mezquinos como los de
nosotros.
Pablo, en la carta a los Filipenses, plantea una seria disyuntiva: o
morir para estar con Cristo o quedarse en medio de ellos para ayudarles
en sus dificultades. Pablo, prisionero por Cristo, presiente que sus
días ya están llegando a su fin. Perseguido, calumniado, encarcelado,
azotado y despreciado de muchos ha vivido en su propia persona la pasión
de su Señor. Consecuente con su predicación, si se ha esforzado por
vivir el evangelio de Jesús, entonces es normal que corra la misma
suerte que su maestro. Pero también tiene la plena convicción de
participar de la gloria de la resurrección. Tanto su vida como su muerte
está en función de Cristo.
Si está vivo es para seguir anunciando el evangelio, si muere es para
entrar en la plena comunión de los justificados por El. Así las cosas,
Pablo siente que su misión ha llegado a su fin. Como Jesús, puede decir
todo está cumplido. Pero a Pablo le queda la gran preocupación de la
fragilidad de las comunidades, cuya fe está fuertemente amenazada por el
ambiente cultural y religioso de las colonias del Imperio.
En la parábola de los trabajadores descontentos con la paga se
refleja el modo de actuar de Dios contrario a nuestra mentalidad
utilitarista. El contexto de la parábola debió se la controversia de
Jesús con las autoridades judías por su continua relación con personas
de dudosa reputación como publicados, pecadores, enfermos, niños,
paganos y mujeres. Precisamente aquellos que estaba considerados impuros
y, por tanto, excluidos del círculo de santidad.
Pero en el contexto de la comunidad mateana se percibe el conflicto
producido entre los judeocristianos y paganos cristianos que confluyen
en la misma comunidad. Era inaceptable que los recién conversos tuvieran
el mismo trato de los que han pertenecido desde tiempos antiguos al
pueblo elegido. Es claro que el encuentro entre judaísmo y cristianismo
en el seno de una misma comunidad resultó bastante complicado. Así lo
manifiestan otros escritos del nuevo testamento como la carta a los
gálatas.
La parábola, narrada por Jesús, parte de un hecho real. El
propietario representa a los terratenientes que a base de aranceles
habían quitado las tierras a los campesinos. Así mismo, los desocupados
eran los que lo habían perdido todo y se alquilaban por cualquier cosa
para poder vivir. Por supuesto que había quienes siempre eran clientes
fijos del propietario, es decir, aquellos a quienes siempre se les
contrataba, y estaban los que iban apareciendo a última hora. La clave
de la parábola no está en la actitud equitativa del patrón, pues el
podría pagar como quisiera. Lo que llamó la atención a los oyentes es
que haya preferido a los que no eran sus trabajadores (los de la última
hora) sobre los que si lo eran (los de la primera hora). Situación
incomprensible desde todo punto de vista.
El sistema religioso del tiempo de Jesús y de las primeras
comunidades centraba la práctica religiosa en el mérito y la paga. La
salvación se había convertido en un mercado de compra y venta. Jesús
cuestiona a fondo esta mentalidad que tanto mal le ha hecho al pueblo.
La salvación es don gratuito de Dios. Y la gracia tiene que ver con el
amor misericordioso. Dios no maneja nuestros esquemas contables
interesados y lucrativos. Para Dios, tanto los primeros como los últimos
son objeto de su inmenso amor y misericordia.
Hoy tenemos que superar todo espíritu de competencia y codicia.
Tenemos que superar sobre todo el «exclusivismo» que todavía late en el
subconsciente cristiano: ya no lo decimos ni lo sostenemos, pero muchos
lo siguen pensando: nosotros, nuestra religión, sería la única
verdadera, y por tanto la superior, la definitiva, la insuperable,
aquella a la que las demás religiones (¡y culturas!) deberán confluir…
Si ya muchos han abandonado aquella visión veterotestamentaria de que
«las naciones y los pueblos vendrán a adorar a Dios en Sión» -porque
sociológicamente ya no parece previsible ni viable que el mundo vaya un
día a ser todo él cristiano-, no dejamos de tener esa conciencia de
«exclusivismo» cuando nuestras autoridades y jerarquías condenan
autoritariamente y sin diálogo alguno opiniones sociales, criterios
éticos, que se dan en distintas sociedades, apoyados en el
convencimiento de que nuestra verdad es incuestionablemente superior a
la de los demás, por principio, y que tendríamos derecho a imponerla en
la sociedad (laica, aconfesional) sin necesidad siquiera de dialogar y
convencer a la población… Es una actitud de complejo de superioridad que
no tiene ninguna justificación.
La apertura a todos, el reconocimiento sincero de que no tenemos un
«gratuito e inmerecido derecho de primogenitura», que no somos «los
(únicos) elegidos», que los que hemos considerado tradicionalmente
«últimos» (o en todo caso, posteriores a nosotros) no lo son, que Dios
es «gratuito» y sin favoritismos… son asignaturas pendientes todavía
para las Iglesias cristianas…
No cabe duda de que aceptar en profundidad el mensaje evangélico de
hoy de que «los primeros serán los últimos», nos exige un cambio de
mentalidad a fondo. También el pluralismo religioso y el diálogo
intercultural hay que elencarlos entre esos grandes desafíos generados
por el descubrimiento más profundo de la «gratuidad de Dios» que la
parábola del evangelio de hoy vuelve a poner ante nuestros ojos.
Para la revisión de vida
¿Pienso que “tengo méritos” ante Dios? ¿Pienso que formo parte de «el
pueblo elegido»? ¿O pienso en el fondo de mi corazón que tengo la
ventaja de estar en una religión mejor (y que tengo a Dios «más de mi
parte») que esos otros pueblos y civilizaciones no cristianos?
¿Me alegro de la santidad de los demás? ¿Puedo rezar aquella oración del cardenal Mercier, que venía a decir: “Señor, haz a los demás más santos que yo, con tal de que yo sea todo lo santo que Tú quieres que sea”?
¿Soy de las personas que tienen una vida sometida a la mercantilización? ¿Qué proporción de mi vida es actividad gratuita?
¿Me alegro de la santidad de los demás? ¿Puedo rezar aquella oración del cardenal Mercier, que venía a decir: “Señor, haz a los demás más santos que yo, con tal de que yo sea todo lo santo que Tú quieres que sea”?
¿Soy de las personas que tienen una vida sometida a la mercantilización? ¿Qué proporción de mi vida es actividad gratuita?
Para la reunión de grupo
- Hubo clásicamente una
espiritualidad –que subsistió hasta no hace mucho tiempo- muy centrada
en los “méritos”: hacer méritos para conseguir la salvación, “aplicar
los infinitos méritos de la misa”, rezar las oraciones con más “días de
indulgencia”… ¿Qué pensamos hoy de los “méritos? ¿Existen los méritos?
¿Podrían ser cuantificables? ¿”Merecemos” ante Dios? ¿Sería “amor puro”
aquél que trata de conseguir “méritos” y lleva cuenta contable de los
mismos?
- El viejo catecismo distinguía entre dos formas de arrepentimiento o
dolor de los pecados: la de “contrición” (motivada por el amor a Dios) y
la de “atrición” (motivada por el temor al castigo merecido). ¿Se
podría decir que, paralelamente, hay dos formas de amor, uno que ama a
Dios por “puro amor” y otra que ama a Dios con la vista puesta en los
“méritos para la salvación”? (Ejemplo del primer tipo de amor sería el
del soneto atribuido a Santa Teresa, “No me mueve, mi Dios, para
quererte…”). Comentar
- El influjo neoliberal, la actual exigencia de “competitividad”,
hace que todo se calcule y se tase, que a todo se le ponga precio y
costo. Ya no hay lugar para la colaboración gratuita, desinteresada,
“por amor al arte”… ¿En qué observamos esto?
- “Para mí, la vida es Cristo”. ¿Es correcta cualquier lectura,
cualquier interpretación de esta frase de san Pablo? ¿Puede haber formas
de poner a Jesús en el centro que sean inadecuadas? ¿Qué es lo que Jon
Sobrino llama la “absolutización personalista del cristianismo”, como
una forma de reducir el cristianismo a la relación del fiel con la
persona de Jesús, eliminando de esa relación la referencia al Reino
predicado por Jesús? (Cfr por ejemplo, J. SOBRINO, Jesucristo liberador,
UCA, San Salvador, cap. 1, apartado 2.3).
Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que trabaje siempre con toda su ilusión, con alegría y con todas sus fuerzas en la viña del Señor. Roguemos al Señor.
- Por los que nos proclamamos cristianos, para que tengamos presente que lo que nos debe caracterizar es el llegar a superar incluso la justicia, con el amor. Roguemos…
- Por la Iglesia, para que trabaje siempre con toda su ilusión, con alegría y con todas sus fuerzas en la viña del Señor. Roguemos al Señor.
- Por los que nos proclamamos cristianos, para que tengamos presente que lo que nos debe caracterizar es el llegar a superar incluso la justicia, con el amor. Roguemos…
- Por todas las personas, para que el amor abra los corazones de los que viven ciegos por el egoísmo. Roguemos…
- Por los que sufren a causa de la constante violación de los derechos humanos, para que sean respetados, recuperen su dignidad y sus vidas se vean llenas de justicia y de amor. Roguemos…
- - Por todos nuestros seres queridos difuntos, para que gocen ya de la plenitud de la vida junto a Dios nuestro Padre. Roguemos…
- Por los que sufren a causa de la constante violación de los derechos humanos, para que sean respetados, recuperen su dignidad y sus vidas se vean llenas de justicia y de amor. Roguemos…
- - Por todos nuestros seres queridos difuntos, para que gocen ya de la plenitud de la vida junto a Dios nuestro Padre. Roguemos…
- Por todos nosotros, para manifestemos el misterio del amor de Dios en nuestro amor al prójimo. Roguemos…
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, Madre nuestra, que has puesto la plenitud de la Ley en el Amor a Ti y al prójimo; concédenos conocer, amar y cumplir tu voluntad para que tu Reino esté cada día más presente y palpable en medio de nuestro mundo. Por Jesucristo.
Dios, Padre nuestro, Madre nuestra, que has puesto la plenitud de la Ley en el Amor a Ti y al prójimo; concédenos conocer, amar y cumplir tu voluntad para que tu Reino esté cada día más presente y palpable en medio de nuestro mundo. Por Jesucristo.
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