Jesús
había hablado a sus discípulos con claridad: “Buscad el reino de Dios y
su justicia”. Para él esto era lo esencial. Sin embargo, no le veían
buscar esa justicia de Dios cumpliendo las leyes y tradiciones de Israel
como otros maestros. Incluso en cierta ocasión les hizo una grave
advertencia: “Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de Dios”. ¿Cómo entendía Jesús la
justicia de Dios?
La parábola que les contó los dejó
desconcertados. El dueño de una viña salió repetidamente a la plaza del
pueblo a contratar obreros. No quería ver a nadie sin trabajo. El primer
grupo trabajó duramente doce horas. Los últimos en llegar sólo
trabajaron sesenta minutos.
Sin embargo, al final de la jornada, el dueño ordena que todos
reciban un denario: ninguna familia se quedará sin cenar esa noche. La
decisión sorprende a todos. ¿Cómo calificar la actuación de este señor
que ofrece una recompensa igual por un trabajo tan desigual? ¿No es
razonable la protesta de quienes han trabajado durante toda la jornada?
Estos obreros reciben el denario estipulado, pero al ver el trato
tan generoso que han recibido los últimos, se sienten con derecho a
exigir más. No aceptan la igualdad. Esta es su queja: «los has tratado
igual que a nosotros». El dueño de la viña responde con estas palabras
al portavoz del grupo: «¿Va ser tu ojo malo porque yo soy bueno?». Esta
frase recoge la enseñanza principal de la parábola.
Según Jesús, hay una mirada mala, enferma y dañosa, que nos
impide captar la bondad de Dios y alegrarnos con su misericordia
infinita hacia todos. Nos resistimos a creer que la justicia de Dios
consiste precisamente en tratarnos con un amor que está por encima de
todos nuestros cálculos.
Esta es la Gran Noticia revelada por Jesús, lo que nunca
hubiéramos sospechado y lo que tanto necesitábamos oír. Que nadie se
presente ante Dios con méritos o derechos adquiridos. Todos somos
acogidos y salvados, no por nuestros esfuerzos sino por su misericordia
insondable.
A Jesús le preocupaba que sus discípulos vivieran con una mirada
incapaz de creer en esa Bondad. En cierta ocasión les dijo así: “Si tu
ojo es malo, toda tu persona estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti
es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!”. Los cristianos lo hemos olvidado.
¡Qué luz penetraría en la Iglesia si nos atreviéramos a creer en la
Bondad de Dios sin recortarla con nuestra mirada enferma! ¡Qué alegría
inundaría los corazones creyentes! ¡Con qué fuerza seguiríamos a Jesús!
José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIASDifunde la Noticia de un Dios Bueno. Pásalo. (A)
Mateo 20,1-16
Extraído de: http://www.redescristianas.net/2011/09/15/domingo-18-de-septiembre-de-2011-25-del-tiempo-ordinario-mirada-enfermajose-antonio-pagola/
No hay comentarios:
Publicar un comentario