Lecturas:
Is 63,16b-17; 64,1.3b-8: Sales al encuentro del que practica la justicia
Salmo responsorial 79: Señor, Dios nuestro, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve
1 Cor 1,3-9: El los mantendrá firmes hasta el final
Mc 13,33-37: Velen, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa
Is 63,16b-17; 64,1.3b-8: Sales al encuentro del que practica la justicia
Salmo responsorial 79: Señor, Dios nuestro, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve
1 Cor 1,3-9: El los mantendrá firmes hasta el final
Mc 13,33-37: Velen, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa
La comunidad judía que retorna del exilio enfrenta un gran desafío:
reconstruir los fundamentos de la nación, la ciudad y el Templo. No era
una tarea fácil. La mayoría de los exiliados ya se habían organizado en
Babilonia y en otras regiones del imperio caldeo.
La mayor parte de los que habían llegado
desde Judea cincuenta años antes ya habían muerto y los descendientes
no sentían gran nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los
habían invitado continuamente a reconocer los errores que habían
conducido a la ruina, pero la mayor parte de los exiliados ignoraban a
los mediadores de Yahvé.
Algunos tomaron entre sus manos el proyecto de reconstruir la
identidad, las instituciones y la vida de la nación. Sin embargo, no
contaron inicialmente con mucho apoyo, Parecía una idea loca e
innecesaria: para qué volver a Jerusalén si ya no haía remedio… Lo mismo
nos ocurre a veces a nosotros, vivimos de la nostalgia del pasado pero
no nos comprometemos a transformar la realidad del presente. Añoramos
otros tiempos en que se vivía mejor, pero no rescatamos los valores que
hacen posible una convivencia humana justa y equitativa.
Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprenden:
mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos!
Pero él tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las
preocupaciones más superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora
apropiada para realizar la misión que Jesús nos encomienda. Jesús, en el
evangelio, nos enseña a estar en guardia contra los que creen que las
enseñanzas cristianas son algo superfluo. El evangelio debe ser
proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde se vea, debe
ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio una
lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud
vigilante.
La interpretación que se daba a estos textos del evangelio que
apuntan hacia el futuro o hacia la escatología estuvo casi siempre
revestida de un tinte apocalíptico y de temor: el Señor había
establecido un plazo, que se nos podría acabar en cualquier momento,
imprevisiblemente, por lo cual necesitábamos estar preparados para un
juicio sorpresivo y castigador que el Señor podría abrir en cualquier
momento contra nosotros. «Que la muerte nos sorprenda confesados». Este
miedo funcionó durante mucho tiempo, durante tantos siglos como duró una
imagen mítica de Dios, excesivamente calcada de la imagen del señor
soberano feudal que dispone despóticamente sobre sus súbditos.
El miedo a la condenación eterna, tan impregnado en la sociedad
cristiana medieval y barroca, hizo que la «huelga de confesonarios» pudo
ser en determinados momentos un arma esgrimida por el clero contra las
clases altas, por ejemplo por parte de los misioneros defensores del
pueblo contra los conquistadores españoles dueños de esclavos. Causa
sonrisas pensar en la eficacia que una tal «huelga de confesionarios»
pudiera tener hoy día…
Y es que la estrella de la «vida eterna», el dilema de la
salvación/condenación eternas, brillaba con su potencia indiscutible en
el firmamento de la cosmovisión del hombre y la mujer premodernos… Pero
son tiempos idos. Sería un error enfocar el comentario a evangelios como
el que hoy leemos, en esa misma perspectiva, pensando que nuestros
contemporáneos son todavía premodernos…
El estado de alerta, la mirada atenta al futuro que evita el
adocenamiento o la rutina… sí que es una categoría y una dimensión del
hombre y de la mujer modernos. Si lo interpretamos como «esperanza», la
pertinencia del mensaje aún es más vigente.
¿Qué puede significar «Adviento» para la sociedad actual? Como nombre
de un tiempo litúrgico significa bien poco, y no habría que lamentarse
mucho ni gastar pólvora inútilmente, pues cualquier día –tal vez más
pronto que tarde- la Iglesia cambiará el esquema de los ciclos de la
liturgia, que clama a gritos por una renovación. Lo que importa no es el
tiempo litúrgico, sino el Adviento mismo, el «Advenimiento» -que eso
significa la palabra-, el «noch nicht Sein» que diría Ernst Bloch,
aquello cuya forma de ser consiste en «no ser todavía pero tratando de
llegar a ser»…
Ateo como era, Bloch construyó toda su poderoso edificio filosófico
sobre la base de la utopía y la esperanza, y presentó en bellas páginas
inolvidables la grandeza heroica del santo y del mártir ateo, capaz de
dar la vida en aras de su esperanza… Ebeling, en la misma línea decía:
«lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus
posibilidades»…
Después de los años 90 pasados, estamos en un tiempo en el que se ha
dado un «desfallecimiento utópico». Con el triunfo del neoliberalismo y
la derrota de las utopías (no «de las ideologías», alguna de las cuales
siguen muy vivas), la cultura moderna –o mejor posmoderna- castiga al
pensamiento esperanzado y utopista. El ser humano moderno-posmoderno
está escarmentado. Ya no cree en «grandes relatos».
Se nos ha impuesto una cultura antiutópica, antimesiánica,
a-escatológica, ¿sin esperanza?, a pesar de la brillantez de que hacen
gala los productos de la industria mundial del entretenimiento; detrás
del atractivo seductor de ese entretenimiento, la imagen de ser humano
que queda está ayuna de toda esperanza que trascienda siquiera
mínimamente el «carpe diem» o el «disfruta esta vida». ¿Qué advenimiento
(«adviento») espera el hombre y la mujer contemporáneos? ¿Cómo vivir el
adviento en una sociedad que no espera ningún «advenimiento»? Desde
luego, no reduciendo el adviento a un «tiempo litúrgico», o a un tiempo
pre-navidad… ¿Cómo pues?
El Advenimiento que esperamos los cristianos no es la Navidad… Ni
siquiera es «el cielo»… ¡Es el Reino! No es otro mundo… Es este mismo
mundo… ¡pero «totalmente otro»! Se puede ser cristiano sin celebrar el
adviento, ¡pero no sin preparar el Advenimiento! Ser cristiano es hacer
propia en el corazón la nostalgia de Aquel que decía «fuego he venido a
traer a la tierra, y ¡cómo deseo que arda…!». Los cristianos no pueden
inculturarse del todo en esta cultura antiutópica y sin «grandes
relatos», porque somos hijos de la gran Utopía de la Causa de Jesús, y
tenemos el «gran relato» del Proyecto de Dios… Podríamos no celebrar el
adviento, pero no podemos dejar de darnos la mano con los santos y
mártires ateos (quedan pocos) y con todos los hombres y mujeres de la
tierra, de cualquier religión del planeta, para trabajar denodadamente
por el Advenimiento del Nuevo Mundo.
Cada vez se perfila mejor: crear un Mundo Nuevo, fraterno-sororal y
solidario, sin imperios ni instituciones transnacionales o mundiales
explotadoras de los pobres, lo que Jesús llamó «malkuta Yahvé», Reino de
Dios, pero dicho con palabras y hechos de este ya tercer milenio, ése
es el Advenimiento que esperamos, el sueño que nos quita el sueño, lo
que nos hace estar en «alerta».
Para la revisión de vida
Adviento = Advenimiento = Esperanza:
¿Se puede decir que mi vida espera algún Advenimiento (con mayúscula)?
¿Es mi vida una vida de esperanza, de tensión, de búsqueda, de utopía, de proyecto histórico? ¿Camino hacia algún sitio, con algún norte? ¿Cuál? Auscultar realmente mi esperanza y hacer el ejercicio tal vez de expresarla por escrito para mí mismo/a.
¿Se puede decir que mi vida espera algún Advenimiento (con mayúscula)?
¿Es mi vida una vida de esperanza, de tensión, de búsqueda, de utopía, de proyecto histórico? ¿Camino hacia algún sitio, con algún norte? ¿Cuál? Auscultar realmente mi esperanza y hacer el ejercicio tal vez de expresarla por escrito para mí mismo/a.
Para la reunión de grupo
- Hagamos en el grupo un «análisis de coyuntura de la esperanza»:
¿Cómo está la esperanza en nuestra sociedad? ¿Es una sociedad de
esperanza? ¿Qué esperanzas («largas o cortas») mueven a las personas
hoy? ¿Hay lugar para las actitudes utópicas? ¿Por qué?
- Hagamos un juicio sobre esa situación de la esperanza hoy en nuestra sociedad. ¿Qué actitud debemos adoptar los cristianos ante esta situación? ¿Podemos «inculturarnos» en esta forma de ser y de vivir?
- Hagamos un juicio sobre esa situación de la esperanza hoy en nuestra sociedad. ¿Qué actitud debemos adoptar los cristianos ante esta situación? ¿Podemos «inculturarnos» en esta forma de ser y de vivir?
- Numerosos pasajes del Evangelio contienen una llamada para que
estemos vigilantes; clásicamente nos las interpretaron como llamados a
estar «preparados para la hora de la muerte»… ¿Será que el Evangelio no
tiene otro interés que el de prepararnos a “bien morir”, a que la muerte
no pudiera «sorprendernos»? ¿No es más cierto que el Evangelio
pretende, sobre todo, enseñarnos a vivir, y a tener una esperanza que no
le tema a la muerte?
Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia, para que dé testimonio de la Utopía del Evangelio y anime con su esperanza a todas las personas. Oremos.
- Por todas las situaciones de injusticia, explotación y violencia en que viven muchas personas, para que confrontemos con ellas nuestra esperanza. Oremos.
- Por todas las personas de buena voluntad, por los sencillos, por los hijos del pueblo, para que nunca caigan en la trampa de renunciar a la utopía y a la esperanza. Oremos.
- Por todas las situaciones de injusticia, explotación y violencia en que viven muchas personas, para que confrontemos con ellas nuestra esperanza. Oremos.
- Por todas las personas de buena voluntad, por los sencillos, por los hijos del pueblo, para que nunca caigan en la trampa de renunciar a la utopía y a la esperanza. Oremos.
- Por todos los que nos preparamos a celebrar la Navidad, para que la
preparemos sobre todo en la transformación de nuestro corazón y nuestra
vida. Oremos.
- Por los obreros y campesinos, por los emigrantes, por los pueblos del tercer mundo, para que dejen de ser las víctimas del progreso y el bienestar de los países ricos y poderosos. Oremos.
- Por todos nosotros, para que respondamos a la llamada a estar vigilantes, no para bien morir sino para bien vivir. Oremos.
- Por los obreros y campesinos, por los emigrantes, por los pueblos del tercer mundo, para que dejen de ser las víctimas del progreso y el bienestar de los países ricos y poderosos. Oremos.
- Por todos nosotros, para que respondamos a la llamada a estar vigilantes, no para bien morir sino para bien vivir. Oremos.
Oración comunitaria
- Oh Misterio inefable que sustentas el Ser y la Vida, al cosmos y al
ser humano dentro de él: acoge nuestro deseo de caminar por la vida
confiados en la bondad primordial de tu iniciativa, que nos antecede y
supera, y en la que queremos tener el coraje de cifrar nuestra esperanza
a pesar de todos los signos de desesperanza que nos rodean. Te
presentamos la expresión de nuestros sentimientos más profundos.
Acógela. Amén.
Dios, Padre nuestro, al comenzar un nuevo Adviento te pedimos que
avives nuestra fe, fortalezcas nuestra esperanza y consolides nuestro
amor, de modo que podamos celebrar con verdadero gozo el nacimiento de
tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina.
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