Lecturas:
Ez 34,11-12.15-17: Yo mismo buscaré a mis ovejas.
Salmo responsorial 22: El Señor es mi pastor; nada me falta
1 Cor 15,20-26.28: Y así Dios será todo para todos
Mt 25,31-46: ¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, emigrante, enfermo?
Problemática pastoral concreta de la festividad de Cristo Rey
Vamos a comenzar removiendo obstáculos.
Hay alguna problemática en torno a los posibles significados de esta
fiesta. Veamos algunos:
a) El origen de esta fiesta y su contexto original. Esta fiesta fue
establecida en un contexto anterior al Vaticano II, en 1925, por Pío XI,
y con un espíritu muy cercano al de cristiandad, cuando el Vaticano
expresaba claramente su deseo de que el cristianismo fuera la religión
oficial, la religión de los Estados cristianos. Al confesar a Cristo
como Rey universal se quería con ello vehicular el deseo de que también
la Iglesia fuese testigo y participante ya aquí en la tierra de esa
realeza: una realeza de Cristo reconocida redundaba inevitablemente en
una Iglesia respetada, favorecida por el Estado, con alto estatus en la
sociedad, fuerte y organizada, que aunque no podía ya revestirse de
poder político temporal, al menos podía participar de él por una
relación estrecha y armoniosa con los poderes sociales. Durante mucho
tiempo, el título de “Cristo Rey”, el “reinado social del Corazón de
Jesús”… incluyeron esos aspectos de autoencumbramiento de la Iglesia,
olvidando que la práctica de Jesús de Nazaret fue muy distinta, incluso
totalmente contraria.
b) El concepto de Reino-monárquico. El Reino no es hoy día la forma
más frecuente de organización sociopolítica. La mayor parte de los
países son repúblicas, de diferentes rostros, y los reinos que
persisten, ya no lo son -en su mayor parte- en su forma clásica, sino en
adaptaciones a la mentalidad actual (por ejemplo las monarquías
“parlamentarias”) que, al superarla, niegan en el fondo la esencia misma
de lo que es un “reino”.
Aun siendo conscientes de la limitación inevitable que todo lenguaje
teológico tiene por su misma naturaleza analógica, figurada, simbólica,
apofática… cada vez más se viene insistiendo en que la palabra “reino”
no sería la más adecuada en esta altura de la historia en la que ya no
expresa una forma de organización sociopolítica deseable para los
humanos. Cada vez se evidencia más la dificultad de hablar de Dios (y de
Cristo) como “rey”, y de su proyecto escatológico como un “reino”.
¿Estamos seguros de que un reino, una monarquía, podría ser una analogía
del “Reino de Dios” realizado? ¿O en muchos aspectos la realización del
reino de Dios exigiría la superación de mucho de lo que en la sociedad
se parezca a una monarquía, a un “reino”? Una comunidad, ¿puede ser
comparada con un «reino», con una «monarquía»? ¿Y una familia?
Pablo Suess viene proponiendo la expresión “democracia participativa
del RD” para corregir la evocación que el término clásico conlleva. Ya
sabemos que no se puede simplemente sustituir una expresión por otra,
pero es evidente que es bueno aludir con frecuencia a esa insuficiencia
de la expresión clásica, para hacer caer en la cuenta a los oyentes, y
para liberar al contenido (el reino mismo, el significado), de las
limitaciones del significante (la palabra no completamente adecuada).
Para hablar del Reino puede ser mejor hablar del Proyecto, de la
Utopía de Dios… que hacemos nuestra: queremos «construir la Democracia
de Dios, cósmica, pluralista e inclusiva, y por eso, amorosa,
encarnación vida del Dios de los mil rostros, colores, géneros,
culturas, etnias, sentidos…».
c) Connotación de género en la palabra “Reino”.
Es útil saber que en el ámbito de la teología feminista angloparlante
se rechaza también la expresión (God’s Kingdom) a causa de su machismo
larvado. En castellano no existe el problema, pero el saber que existe
en otras lenguas invita a prevenirlo en su uso consciente.
Los grandes temas de la fiesta de hoy y de la semana
Hay varios grandes temas que podrían servir para orientar la
reflexión de la homilía o la reflexión del círculo bíblico o la
comunidad cristiana en torno a los textos de este domingo. Habrá que
elegir entre ellos. Aquí sólo los apuntamos:
a) El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús. Jesús nunca
se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue ponerse al
servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su
predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues
hacer honor a esta identidad verdadera de Jesús.
Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus
seguidores se olvidaron del Reino y lo constituyeron a él como el Reino
mismo, como el Rey… El mensaje fue sustituido por el mensajero. Es
preciso volver a Jesús…
Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del
prefacio de esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su
contenido. Esa idea fue recogida en el conocido estribillo del Salmo 71
del compositor Manzano, que dice: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad,
tu Reino es Justicia… es Paz… es Gracia… es amor, ¡venga a nosotros tu
Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa perspectiva
teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar
ese canto en la celebración de hoy.
b) La relación entre cristocentrismo y reinocentrismo. Una cierta
interpretación de esta fiesta -muy común por lo demás en el cristianismo
en general- propicia un cristocentrismo exagerado, absoluto, que no
hace justicia a la verdad de la revelación, al mensaje real de Jesús, a
lo que dijo, no a lo que después dijimos que dijo. Importa pues
pastoralmente discernir la correcta jerarquía de valores, que hoy más y
más da en llamarse “reinocentrismo”.
c) El mesianismo de Jesús. La aclamación o la espera de Jesús como
Rey se dio en el contexto del mesianismo: se esperaba un liberador. Hoy
la postración es tal que ni siquiera se espera nada, pudiendo hacer de
la aclamación de Jesús como Rey algo bien alejado de lo que el mesías
supuso realmente para los que lo esperaron.
d) La dimensión escatológica: el final de los tiempos, nuestro
ineludible caminar en la historia, el “juicio final”… El final del año
litúrgico nos hace tematizar en nuestra reflexión el final mismo de la
historia, y el final también de nuestras vidas personales.
Para la revisión de vida
El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?
El Reino de Dios fue el “leit motiv”, el estribillo de la vida de Jesús, el centro de su predicación, el motivo de sus milagros, la razón de ser de su fidelidad hasta la muerte, la corona de su resurrección. ¿Qué es para mí el Reino de Dios? ¿Está también en el centro de mi vida? ¿Es mi «Causa», como fue la de Jesús?
Para la reunión de grupo
- Basándose en este texto del evangelio, se dice en la teología latinoamericana que, al fin y al cabo, los pobres (el amor efectivo hacia ellos, la opción por su causa) son el «único sacramento universal e imprescindible para la salvación». Todos los demás sacramentos, no son ni tan universales, ni tampoco imprescindibles. Comentar la frase y el tema.
- Basándose en este texto del evangelio, se dice en la teología latinoamericana que, al fin y al cabo, los pobres (el amor efectivo hacia ellos, la opción por su causa) son el «único sacramento universal e imprescindible para la salvación». Todos los demás sacramentos, no son ni tan universales, ni tampoco imprescindibles. Comentar la frase y el tema.
- Si Jesús no fue rey históricamente –y bien lejos que estuvo de
serlo-, ni se llamó rey, ni dejó que le llamaran así, ni le hubiera
gustado que le llamaran así, ¿tiene sentido que nosotros le aclamemos
con ese título? ¿Por qué? ¿Podría un cristiano o una comunidad rechazar
el dar ese título a Jesús, o ese título expresa un dogma? ¿Puede un
cristiano ignorar o rechazar una advocación, una devoción, incluso una
oficial? ¿Por qué?
- La llamada “parábola del juicio final” nos cuenta claramente cuál
es el criterio con el que se nos va a examinar: “tuve hambre y me diste
de comer…” ¿Me doy cuenta de que Dios no nos está pidiendo que hagamos
nada «religioso», sino, sencilla y llanamente, que nos preocupemos del
prójimo y lo ayudemos en todo lo que podamos?
- Contemplemos una imagen tradicional de “Cristo Rey”: corona, cetro,
trono, ropaje… Hagamos un análisis simbólico de la imagen: ¿Qué evoca
cada uno de estos elementos simbólicos en la mente o en la piedad de un
cristiano/a sencillo/a? Hagamos a continuación un análisis teológico de
lo expresado en la pregunta anterior. ¿Cómo calificar esas evocaciones?
¿Cuáles son evangélicas y cuáles antievangélicas? ¿En qué y por qué?
- ¿Qué podemos sugerir al sacerdote para la homilía de esta fiesta?
Para la oración de los fieles
- Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor…
- Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús, acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más eficaz, roguemos al Señor…
- Por las religiones que -como en otro tiempo el catolicismo- todavía hoy pretenden estados confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que una religión impone a la sociedad la “realeza” de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre, roguemos al Señor…
- Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor…
- Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús, acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más eficaz, roguemos al Señor…
- Por las religiones que -como en otro tiempo el catolicismo- todavía hoy pretenden estados confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que una religión impone a la sociedad la “realeza” de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre, roguemos al Señor…
- Para que Jesús, el que “pasó haciendo el bien” y “se humilló
pasando por uno de tantos” sea nuestro modelo, nuestro guía y -en ese
sentido, sí- nuestro rey y nuestra fuerza en la “militancia” por el
Reino de Dios, roguemos al Señor…
- Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor…
- Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor…
Oración comunitaria
Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que toda la Creación y la Humanidad, unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo, logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que toda la Creación y la Humanidad, unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo, logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Dios, Padre nuestro, que quieres que en nuestra vida nos veamos
libres de toda esclavitud y que luchemos para liberar a los oprimidos,
haciendo así presente tu Reino entre nosotros, te pedimos que guíes
nuestros pasos para que construyamos un mundo en el que todos vivamos
como hermanos, como auténticos hijos tuyos, en paz, en justicia y en
libertad. Por Jesucristo.
Dios nuestro y de todos los Pueblos, Tú que, de un modo u otro,
esperas a la Humanidad revestido de todos los nombres, por los caminos
de todas las religiones; haznos comprender que Tú no quieres
encomendarnos una evangelización que someta a los pueblos, ni que
arranque culturas y religiosidades, sino un diálogo que promueva el Amor
y la Justicia, la Verdad generosa y la Vida para todos y todas. Tú que
vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y
para siempre. Amén.
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