La parábola de los talentos es muy conocida entre los cristianos.
Según el relato, antes de salir de viaje, un señor confía la gestión de
sus bienes a tres empleados. A uno le deja cinco talentos, a otro dos y a
un tercero un talento: «a cada cual según su capacidad». De todos
espera una respuesta digna.
Los dos primeros se ponen «enseguida» a negociar con sus talentos. Se les ve trabajar con decisión, identificados con el proyecto de su señor. No temen correr riesgos. Cuando llega el señor le entregan con orgullo los frutos: han logrado duplicar los talentos recibidos.
Los dos primeros se ponen «enseguida» a negociar con sus talentos. Se les ve trabajar con decisión, identificados con el proyecto de su señor. No temen correr riesgos. Cuando llega el señor le entregan con orgullo los frutos: han logrado duplicar los talentos recibidos.
La reacción del tercer empleado es
extraña. Lo único que se le ocurre es «esconder bajo tierra» el talento
recibido para conservarlo seguro. Cuando vuelve su señor, se justifica
con estas palabras: «Señor, sabía que eras exigente y siegas donde no
siembras… Por eso, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra.
Aquí tienes lo tuyo». El señor lo condena como empleado «negligente».
En realidad, la raíz de su comportamiento es más profunda.
Este empleado tiene una imagen falsa del señor. Lo imagina egoísta,
injusto y arbitrario. Es exigente y no admite errores. No se puede uno
fiar. Lo mejor es defenderse de él.
Esta idea mezquina de su señor lo paraliza. No se atreve a
correr riesgo alguno. El miedo lo tiene bloqueado. No es libre para
responder de manera creativa a la responsabilidad que se le ha confiado.
Lo más seguro es «conservar» el talento. Con eso basta.
Probablemente, los cristianos de las primeras generaciones
captaban mejor que nosotros la fuerza interpeladora de la parábola.
Jesús ha dejado en nuestras manos el Proyecto del Padre de hacer un
mundo más justo y humano. Nos ha dejado en herencia el mandato del amor.
Nos ha confiado la gran Noticia de un Dios amigo del ser humano. ¿Cómo
estamos respondiendo hoy los seguidores de Jesús?
Cuando no se vive la fe cristiana desde la confianza sino
desde el miedo, todo se desvirtúa. La fe se conserva pero no se
contagia. La religión se convierte en deber. El evangelio es sustituido
por la observancia. La celebración queda dominada por la preocupación
ritual.
Sería un error presentarnos un día ante el Señor con la
actitud del tercer empleado: “Aquí tienes lo tuyo. Aquí está tu
Evangelio, aquí está el proyecto de tu reino y tu mensaje de amor a los
que sufren. Lo hemos conservado fielmente. Lo hemos predicado
correctamente. No ha servido mucho para transformar nuestra vida.
Tampoco para abrir caminos de justicia a tu reino. Pero aquí lo tienes
intacto”.
José Antonio Pagola
Teólogo
Red evangelizadora BUENAS NOTICIASDespierta en la Iglesia la confianza. Pásalo. Mateo 25,14-30
Extraído de:http://www.redescristianas.net/2011/11/10/domingo-13-de-noviembre-de-2011-33-tiempo-ordinario-ajose-antonio-pagola/
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