A través de sus parábolas Jesús va descubriendo a sus seguidores cómo
experimenta a Dios, cómo interpreta la vida desde sus raíces más
profundas y cómo responde a los enigmas más recónditos de la condición
humana.
Quien entra en contacto vivo con sus parábolas comienza a cambiar. Algo “sucede” en nosotros. Dios no es como lo imaginamos. La vida es más grande y misteriosa que nuestra rutina convencional de cada día. Es posible vivir con un horizonte nuevo. Escuchemos el punto de partida de la parábola llamada «Invitación al Banquete».
Quien entra en contacto vivo con sus parábolas comienza a cambiar. Algo “sucede” en nosotros. Dios no es como lo imaginamos. La vida es más grande y misteriosa que nuestra rutina convencional de cada día. Es posible vivir con un horizonte nuevo. Escuchemos el punto de partida de la parábola llamada «Invitación al Banquete».
Según el relato, Dios está preparando
una fiesta final para todos sus hijos e hijas, pues a todos quiere ver
sentados junto a él, en torno a una misma mesa, disfrutando para siempre
de una vida plena. Esta imagen es una de las más queridas por Jesús
para sugerir el final último de la historia humana.
Frente a tantas imágenes mezquinas de un Dios controlador y
justiciero que impide a no pocos saborear la fe y disfrutar de la vida,
Jesús introduce en el mundo la experiencia de un Dios que nos está
invitando a compartir con él una fiesta fraterna en la que culminará lo
mejor de nuestros esfuerzos, anhelos y aspiraciones.
Jesús dedica su vida entera a difundir la gran invitación de
Dios: «El banquete está preparado. Venid». Este mensaje configura su
modo de anunciar a Dios. Jesús no predica doctrina, despierta el deseo
de Dios. No impone ni presiona. Invita y llama. Libera de miedos y
enciende la confianza en Dios. En su nombre, acoge a su mesa a pecadores
e indeseables. A todos ha de llegar su invitación.
Los hombres y mujeres de hoy necesitan descubrir el Misterio
de Dios como Buena Noticia. Los cristianos hemos de aprender a hablar
de él con un lenguaje más inspirado en Jesús, para deshacer
malentendidos, aclarar prejuicios y eliminar miedos introducidos por un
discurso religioso lamentable que ha alejado a muchos de ese Dios que
nos está esperando con todo preparado para la fiesta final.
En estos tiempos en los que el descrédito de la religión
está impidiendo a muchos escuchar la invitación de Dios, hemos de hablar
de su Misterio de Amor con humildad y con respeto a todos, sin forzar
las conciencias, sin ahogar la vida, despertando el deseo de verdad y de
luz que sigue vivo en lo más íntimo del ser humano.
Es cierto que la llamada religiosa encuentra hoy el rechazo
de muchos, pero la invitación de Dios no se ha apagado. La pueden
escuchar todos los que en el fondo de sus conciencias escuchan la
llamada del bien, del amor y de la justicia.
José Antonio Pagola.
Teólogo.
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde la invitación de Dios. Pásalo. (A)
Mateo 22, 1-14
Difunde la invitación de Dios. Pásalo. (A)
Mateo 22, 1-14
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