Lecturas:
Is 45,1.4-6: Te llamé por tu nombre
Salmo responsorial 95: Aclamen la gloria y el poder del Señor
1 Tes 1,1-5b: Siempre damos gracias a Dios por ustedes
Mt 22,15-21: Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Is 45,1.4-6: Te llamé por tu nombre
Salmo responsorial 95: Aclamen la gloria y el poder del Señor
1 Tes 1,1-5b: Siempre damos gracias a Dios por ustedes
Mt 22,15-21: Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Nos encontramos con un texto que se encuentra ubicado en lo que se llama el «Segundo Isaías» o «libro de la consolación» de pueblo de Israel. Este dato aparentemente simple, nos permite entrar al texto desde una clave de interpretación especial.
Isaías, el profeta del juicio y el
castigo, siempre tiene al final una palabra de ánimo, de esperanza, de
consolación, sobre todo en estos tiempos en los que las propuestas
alternativas son buscadas por el sistema globalizante para eliminarlas.
Yahvé habla a Ciro –persona que no conoce a Dios, insiste el texto- y
le habla, para encomendarle una misión. Es decir: el no conocer a Dios
no es una limitación para ser llamados a anunciar sus palabras de
consuelo. El monopolio de la elección de Dios por parte de sólo un
pueblo entre todos los pueblos de la humanidad, se desdibuja ante este
relato del profeta. Constatamos que un «no judío» puede servir también
de mediación adecuada para la actuación de Dios.
En Pablo, la realidad que Isaías presenta como alianza es elección en
comunidad (tenemos presente la obra de su fe, los trabajos y sobre todo
la tenacidad de su esperanza), Son las palabras de Pablo y compañía a
la comunidad que se reúne en Tesalónica, quienes viven bajo la acción
del Espíritu Santo…
El evangelio de Mateo -el más comentado en la historia de la iglesia y
a la vez el evangelio del cual se ha hecho la interpretación más
dogmática y espiritualista- es el marco de un texto polémico en un
contexto social en el que se divinizaba al Emperador. El evangelio de
Mateo es la primera síntesis de la tradición judía y cristiana después
de la destrucción del templo de Jerusalén en la guerra de los años 66-74
d.C. El texto que hoy leemos forma parte de una serie de controversias
entre Jesús y los fariseos (y otros grupos) sobre temas como el tributo,
la resurrección de los muertos, el mandamiento principal, el hijo de
David… Todas estas controversias tienen como telón de fondo la
confrontación de Jesús con la ley romana.
Bajo el tema del tributo, una realidad que sufrían las comunidades
cristianas (en las que se escribió el evangelio) bajo el dominio del
imperio romano, el pueblo de Israel -que siglos antes había soñado una
sociedad como confederación de tribus, en la que el único Señor fuese
Dios, el Dios de la liberación-, vive ahora las consecuencias de una
monarquía que exprime al pobre para sostener su estructura. Los más
pobres son los más afectados por la política fiscal, pues la tasación
recaía más directamente sobre los que trabajaban la tierra, campesinos o
inquilinos.
Pero yendo un poco más allá del tributo, fijémonos en la figura del
Emperador. Roma cargaba sobre sí la influencia del mundo religioso de
Egipto y Grecia. La relación de los romanos con estos dioses forma parte
de la estructura ordinaria y cotidiana de la vida social: se entendía
al Emperador como un dios, Roma era una teocracia.
Las comunidades cristianas que habían optado por otra forma de
entender la relación con Dios, con el Dios de Jesús, con el Abba, no
podían entender cómo el emperador se presentaba como Dios, y se
enfrentan a la religión oficial optando por lo alternativo, que en este
caso es la propuesta de vida en pequeñas comunidades de hermanos y
hermanas.
Ante esta realidad, la comunidad cristiana busca en la experiencia
vivida con el maestro y nos trae al escenario esta frase que ha
conseguido ser aceptada como adagio popular: «al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios». Por tanto ya en los albores de la
reflexión de la comunidad está la conciencia de que el emperador no es
Dios y nunca lo será, porque Dios es amor, justicia, amor, igualdad…
valores ausentes en cualquier imperio, de cualquier época.
Con el correr del tiempo lo que es alternativo se transforma en
oficial, y se hace necesario reemprender el camino de la creatividad, de
la renovación, de lo alternativo.
En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, pero
sí nos encontramos con ciertas estructuras religiosas monárquicas e
imperiales que lejos de reflejar la vivencia de la comunión entre los
hermanos y hermanos, pretenden imponer la explotación de los pobres al
mejor estilo del imperio Por eso, al leer este texto desde el hoy,
tenemos que decir con voz profética: «a la estructura oficial religiosa
lo que es de ella» y «a Dios lo que es de Dios», o sea, «a Dios Padre y a
su Reino toda nuestra entrega y fidelidad».
El evangelio de Mateo con su fuerza eclesiológica renovadora, nos
impulsa a trabajar incansablemente por una iglesia más cercana a la
propuesta de Jesús, más centrada en las personas, en las relaciones
entre los hermanos, y menos pendiente de la norma y estructura, que cuya
atención no puede ponerse por encima de la Justicia y de la defensa de
los pequeños, los predilectos de Dios.
Para la revisión de vida
Dios nos habla (y guarda silencio) a través de la historia, en los
acontecimientos grandes… y en los pequeños, en los cotidianos… ¿Dónde
pretendo yo escuchar a Dios, dónde lo busco, en un cielo lejano,
abstracto, teórico… o en los sucesos de la vida de cada día y en las
personas que están a mi alrededor?
Para la reunión de grupo
- La Biblia hebrea (de la que está tomada nuestro Antiguo Testamento) está llena de pasajes -como el de Isaías que hoy leemos- en los que para afirmar la fe en Dios, se utiliza el recurso de la negación «de los demás dioses»: nuestro Dios es el único, no hay otro Dios fuera de él, no tiene igual, «nada existe fuera de mí». Para nuestra sensibilidad actual de diálogo religioso, es, sin duda, una forma de hablar inadecuada. ¿Es que sólo podemos afirmar (nuestra visión de) Dios a base de a base de negar todo otro Dios, o sea, a base de descalificar la experiencia religiosa de otros pueblos?
- La Biblia hebrea (de la que está tomada nuestro Antiguo Testamento) está llena de pasajes -como el de Isaías que hoy leemos- en los que para afirmar la fe en Dios, se utiliza el recurso de la negación «de los demás dioses»: nuestro Dios es el único, no hay otro Dios fuera de él, no tiene igual, «nada existe fuera de mí». Para nuestra sensibilidad actual de diálogo religioso, es, sin duda, una forma de hablar inadecuada. ¿Es que sólo podemos afirmar (nuestra visión de) Dios a base de a base de negar todo otro Dios, o sea, a base de descalificar la experiencia religiosa de otros pueblos?
- Bien considerado, el pasaje evangélico de hoy tal vez nos trae
simplemente una “boutade” de Jesús, una forma ingeniosa de «salir del
paso con un juego de palabras», evadiendo la respuesta comprometedora
que le quieren obligar a dar. De ahí, de comprender esta «salida» de
Jesús, a montar sobre esas palabras («den al César lo que es del César y
a Dios lo que es de Dios») toda una construcción teológica o moral
sobre las relaciones entre lo religioso y lo político, va un abismo. ¿Se
puede justificar en esas palabras una teoría de la separación entre la
religión y la política? ¿Jesús fue un hombre religioso que «no se metió
en política»? ¿Se puede pensar que una vez dichas esas palabras por
Jesús, ya está ahí encerrado de una vez para siempre el fundamento de la
comprensión de las relaciones entre lo político y lo religioso que la
Iglesia de todos los tiempos ha de hacer suya? ¿O la cosa es más
compleja? ¿Por qué? ¿En qué sentido?
- Respondamos nosotros sin subterfugios a la pregunta que le hicieron
a Jesús: ¿era lícito pagar el impuesto? ¿Sí o no? Justifiquemos las
razones en pro y en contra.
- Ciro fue un rey pagano que, sorprendentemente, significó una liberación para el pueblo deportado de Israel. La Biblia hebrea no tiene reparo en reconocer en él la mano de Dios, su presencia bienhchora… ¿Podemos ve ahí un anticipo de la visión actualmente más explícita, de que Dios es, efectivamente, muy libre de cualquier constricción que lo limite a actuar por medio de «los nuestros», los de nuestra religión…?
- Ciro fue un rey pagano que, sorprendentemente, significó una liberación para el pueblo deportado de Israel. La Biblia hebrea no tiene reparo en reconocer en él la mano de Dios, su presencia bienhchora… ¿Podemos ve ahí un anticipo de la visión actualmente más explícita, de que Dios es, efectivamente, muy libre de cualquier constricción que lo limite a actuar por medio de «los nuestros», los de nuestra religión…?
Para la oración de los fieles
- Por toda la comunidad eclesial, para que viva el Evangelio no como escuela diplomática sino como un lenguaje claro de «sí» o «no». Oremos.
- Por todos los que aún sufren el problema del paro, para que, con la solidaridad y generosidad de todos, encuentren trabajos dignos y bien remunerados. Oremos.
- - Por todas las comunidades cristianas, para que vivan su fe con profunda convicción, no sólo de palabra, y la traduzcan en obras. Oremos.
- Por toda la comunidad eclesial, para que viva el Evangelio no como escuela diplomática sino como un lenguaje claro de «sí» o «no». Oremos.
- Por todos los que aún sufren el problema del paro, para que, con la solidaridad y generosidad de todos, encuentren trabajos dignos y bien remunerados. Oremos.
- - Por todas las comunidades cristianas, para que vivan su fe con profunda convicción, no sólo de palabra, y la traduzcan en obras. Oremos.
- Por todos los pueblos que viven situaciones de opresión y
dictadura, para que encuentren el camino que les lleve a una vida social
en paz y solidaridad. Oremos.
- Por todos los educadores: padres, maestros, catequistas…, para que formen a quienes están bajo su tutela en criterios de solidaridad y servicio a las personas. Oremos.
- Por todos y cada uno de nosotros, para que vivamos cada día con más alegría nuestra condición de cristianos, de modo que llevemos a todos gozo, paz y esperanza. Oremos.
- Por todos los educadores: padres, maestros, catequistas…, para que formen a quienes están bajo su tutela en criterios de solidaridad y servicio a las personas. Oremos.
- Por todos y cada uno de nosotros, para que vivamos cada día con más alegría nuestra condición de cristianos, de modo que llevemos a todos gozo, paz y esperanza. Oremos.
Oración comunitaria
Oh Dios que hiciste que el pueblo de Israel reconociera tu presencia bienhechora en el rey Ciro, más allá de los estrechos límites de su propia etnia y religión. Danos una mirada también amplia y abierta, para reconocer los muchos Ciros –de otras religiones o hasta no religiosos- en los que también hoy podemos descubrir tu oculta presencia bondadosa.
Oh Dios que hiciste que el pueblo de Israel reconociera tu presencia bienhechora en el rey Ciro, más allá de los estrechos límites de su propia etnia y religión. Danos una mirada también amplia y abierta, para reconocer los muchos Ciros –de otras religiones o hasta no religiosos- en los que también hoy podemos descubrir tu oculta presencia bondadosa.
O bien:
Oh Dios, Padre nuestro: ayúdanos a entregarnos a ti de todo corazón y a servirte con fidelidad en el prójimo, de modo que vivamos como verdaderos hijos tuyos y como hermanos de todas las personas. Por Jesucristo.
Oh Dios, Padre nuestro: ayúdanos a entregarnos a ti de todo corazón y a servirte con fidelidad en el prójimo, de modo que vivamos como verdaderos hijos tuyos y como hermanos de todas las personas. Por Jesucristo.
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