La pregunta que hacen a Jesús algunos sectores fariseos, confabulados
con partidarios de Antipas, es una trampa preparada con astucia para ir
preparando un clima propicio para eliminarlo: «¿Es lícito pagar
impuesto al César o no?».
Si dice que es lícito, Jesús quedará
desprestigiado ante el pueblo y perderá su apoyo: así será más fácil
actuar contra él. Si dice que no es lícito, podrá ser acusado de
agitador subversivo ante los romanos que, en las fiestas de Pascua ya
próximas, suben a Jerusalén para ahogar cualquier conato de rebelión
contra el César.
Antes que nada, Jesús les pide que le muestren «la moneda
del impuesto» y que le digan de quién es la imagen y la inscripción. Los
adversarios reconocen que la imagen es del César como dice la
inscripción: Tiberio César, Hijo augusto del Divino Augusto. Pontífice
Máximo. Con su gesto, Jesús ha situado la pregunta en un contexto
inesperado.
Saca entonces una primera conclusión. Si la imagen de la
moneda pertenece al César, «dad al César lo que es del César».
Devolvedle lo que es suyo: esa moneda idolátrica, acuñada con símbolos
de poder religioso. Si la estáis utilizando en vuestros negocios, estáis
ya reconociendo su soberanía. Cumplid con vuestras obligaciones.
Pero Jesús que no vive al servicio del emperador de Roma,
sino “buscando el reino de Dios y su justicia” añade una grave
advertencia sobre algo que nadie le ha preguntado: «A Dios dadle lo que
es de Dios». La moneda lleva la “imagen” de Tiberio, pero el ser humano
es “imagen” de Dios: le pertenece sólo a él. Nunca sacrifiquéis las
personas a ningún poder. Defendedlas.
La crisis económica que estamos viviendo en los países
occidentales no tiene fácil solución. Más que una crisis financiera es
una crisis de humanidad. Obsesionados sólo por un bienestar material
siempre mayor, hemos terminado viviendo un estilo de vida insostenible
incluso económicamente.
No va a bastar con proponer soluciones técnicas. Es
necesaria una conversión de nuestro estilo de vida, una transformación
de las conciencias: pasar de la lógica de la competición a la de la
cooperación: poner límites a la voracidad de los mercados; aprender una
nueva ética de la renuncia.
La crisis va a ser larga. Nos esperan años difíciles. Los
seguidores de Jesús hemos de encontrar en el Evangelio la inspiración y
el aliento para vivirla de manera solidaria. De Jesús escuchamos la
invitación a estar cerca de las víctimas más vulnerables: los que están
siendo sacrificados injustamente a las estrategias de los mercados más
poderosos.
José Antonio Pagola.
Teólogo.
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Defiende siempre a las víctimas. Son de Dios. Pásalo. (A)
Mateo 22, 15-21
Defiende siempre a las víctimas. Son de Dios. Pásalo. (A)
Mateo 22, 15-21
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