María de Nazaret, mujer humilde y sencilla, mujer trabajadora y posiblemente analfabeta, María mujer del pueblo. María una humilde mujer de un pueblo pequeñito y anónimo. María seguramente no sabría leer ni escribir, porque en su época no era considerada persona, solo se consideraban personas a los hombres adultos, ni las mujeres ni los niños tenían la consideración de persona.
María mujer pobre, con las manos endurecidas por el trabajo duro, ella nos da ejemplo de atención a los más necesitados, en una de las pocas ocasiones en que aparece su vida privada. María padece por los novios en Caná, porque se van a quedar sin vino. Ella sufre por ver que los novios pobres no van a poder dar a sus invitados más vino. María sufre porque ve injusto que los pobres no puedan celebrar la boda, como si no tuvieran derecho a celebrar la fiesta. María convierte el agua en vino. (A veces somos tan intelectuales, que todo lo que suene a fiesta, lo consideramos derrochar, ¿pero es que solo los ricos tienen derecho a la fiesta?, eso sería otra reflexión)
María la madre a la que le traspasan el corazón, cuando el fruto de sus entrañas es atravesado por unos clavos y colgado en la Cruz. Mujer que sufre por el dolor de su hijo, mujer que anteriormente tuvo que huir a Egipto, mujer que no sabía si José tendría trabajo, mujer que enviudó joven. Pero también mujer valiente que nunca dejó a su hijo y que lucha con los apóstoles para que anuncien el mensaje de Jesús.
Hoy en día por este ejemplo, por esta forma de ser, por esta admiración, cristianos de todo el mundo acudimos a ella, la queremos y tenemos gran devoción. Desde una visión puramente intelectual, nos rechina el ver a la madre de Jesús llena de joyas y oro. Pero si dejamos hablar al corazón, a los sentimientos, a los más profundo del ser, nos sale regalar a la madre lo mejor que tenemos, o ¿no nos gustaría regalar a nuestras madres el mejor regalo del mundo? o ¿no queremos lo mejor para nuestra madre? En este caso ocurre lo mismo.
En occidente siempre hemos funcionado de una manera más racional, hay que dejar hablar más a los sentimientos, a las entrañas, al corazón, a lo más profundo del interior.
En mi humilde opinión cuanto necesitamos de esto, cuanto necesitamos dejar hablar al corazón. Espero no ofender a nadie con estas palabras, sino hacer una pequeña reflexión tanto para los que solo ven a la virgen como un mero fetiche o ídolo y que incluso les gustaría usar a la imagen para lucimiento personal o colectivo y para los que ven una barbaridad desde la mera reflexión intelectual lo que se hace con las diferentes imágenes de la virgen.
Celebremos estos días con gozo, la admiración a la virgen como la primera cristiana, que confió en Dios y en su hijo, a pesar de las grandes dificultades que encontró en la vida.
Víctor Gil Orduña.
María mujer pobre, con las manos endurecidas por el trabajo duro, ella nos da ejemplo de atención a los más necesitados, en una de las pocas ocasiones en que aparece su vida privada. María padece por los novios en Caná, porque se van a quedar sin vino. Ella sufre por ver que los novios pobres no van a poder dar a sus invitados más vino. María sufre porque ve injusto que los pobres no puedan celebrar la boda, como si no tuvieran derecho a celebrar la fiesta. María convierte el agua en vino. (A veces somos tan intelectuales, que todo lo que suene a fiesta, lo consideramos derrochar, ¿pero es que solo los ricos tienen derecho a la fiesta?, eso sería otra reflexión)
María la madre a la que le traspasan el corazón, cuando el fruto de sus entrañas es atravesado por unos clavos y colgado en la Cruz. Mujer que sufre por el dolor de su hijo, mujer que anteriormente tuvo que huir a Egipto, mujer que no sabía si José tendría trabajo, mujer que enviudó joven. Pero también mujer valiente que nunca dejó a su hijo y que lucha con los apóstoles para que anuncien el mensaje de Jesús.
Hoy en día por este ejemplo, por esta forma de ser, por esta admiración, cristianos de todo el mundo acudimos a ella, la queremos y tenemos gran devoción. Desde una visión puramente intelectual, nos rechina el ver a la madre de Jesús llena de joyas y oro. Pero si dejamos hablar al corazón, a los sentimientos, a los más profundo del ser, nos sale regalar a la madre lo mejor que tenemos, o ¿no nos gustaría regalar a nuestras madres el mejor regalo del mundo? o ¿no queremos lo mejor para nuestra madre? En este caso ocurre lo mismo.
En occidente siempre hemos funcionado de una manera más racional, hay que dejar hablar más a los sentimientos, a las entrañas, al corazón, a lo más profundo del interior.
En mi humilde opinión cuanto necesitamos de esto, cuanto necesitamos dejar hablar al corazón. Espero no ofender a nadie con estas palabras, sino hacer una pequeña reflexión tanto para los que solo ven a la virgen como un mero fetiche o ídolo y que incluso les gustaría usar a la imagen para lucimiento personal o colectivo y para los que ven una barbaridad desde la mera reflexión intelectual lo que se hace con las diferentes imágenes de la virgen.
Celebremos estos días con gozo, la admiración a la virgen como la primera cristiana, que confió en Dios y en su hijo, a pesar de las grandes dificultades que encontró en la vida.
Víctor Gil Orduña.
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