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PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS.
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sábado, 23 de julio de 2011

LA FESTA GROSSA A LA MARE DE DEU

El 20 de mayo de 1798 se anunciaba que "si el tiempo lo permite se colocará la imagen de Ntra. Sra. de los Desamparados con misa y sermón, celebrándose por la tarde una devota procesión".
Ignoramos cuando se celebraría la fiesta a la Patrona, porque en el año 1810 -no se sabe si por motivo de la guerra con los franceses- la solemnidad se efectuó el 26 de agosto con el siguiente programa:
"Los vecinos de las barracas y alquerías del Lazareto celebran hoy la anual fiesta de Ntra. Sra. de los Desamparados, titular de la ermita erigida en aquella partida; predicará por la mañana el padre fray José Salcedo, predicador del convento de Ntra. Sra. del Rosario. Por la tarde habrá una solemne procesión en la que irán diferentes imágenes sobre andas y otros agregados de la mayor novedad en aquel sitio".
Después de la introducción anterior hay que decir que se sabe que desde muy antiguo se celebraban en Nazaret dos fiestas con procesión: la primera el mes de mayo en honor de la Patrona y titular de la ermita, la Virgen de los Desamparados; y otra el mes de agosto a la Asunción de la Virgen, popularmente conocida por la Mare de Deu d´agost, a la que por los grandes festejos que se hacían la llamaron la "Festa Grossa".
Inaugurada la ermita bajo la advocación de su titular Ntra. Sra. de los Desamparados, a partir del 20 de mayo se empieza a celebrar la fiesta anual a la patrona: una procesión más modesta y sencilla acorde con las economías de los vecinos, y las ayudas que aportaban los veraneantes que venían en verano.
Como la presencia de los veraneantes tenía su mayor afluencia en los meses de verano, poco o casi nada participaban en aquella fiesta. Sólo después de conseguir una ermita próxima a sus casas de verano para cumplir con más comodidad sus deberes religiosos, pensaron celebrar una fiesta en la que participaría el pueblo y crearon la denominada "Festa Grossa" mucho más sonante e importante que la de mayo.
Como sólo disponían de la Virgen titular Ntra. Sra. de los Desamparados y no podían repetir la fiesta, aprovecharon la festividad de la asunción de la Virgen, cuya imagen fue regalada por los veraneantes para celebrarla en su honor.
Para los valencianos la fiesta religiosa de más relieve es la que se celebra en mayo a su Patrona, pero en Nazaret adquirió más popularidad la de la "Mare de Deu d´agost" destacándose como la "Festa Grossa".
En esa fiesta había las tradicionales "corregudes de joies", "chocolatás", "trencaperols", cucañas, bailes populares y verbenas con la presencia del tabal y la dolçaina en todos los actos. Tampoco faltaban las regatas marineras a remo y a vela en las que los nativos eran muy expertos.
Con anticipación los vecinos se habían ocupado de empapelar las calles y fachadas de sus casas.
El primer día de la semana festera empezaban a acudir las tradicionales turroneras y porroretas a montar sus puestos de venta cubiertos con blancos manteles. Las bellas y rollizas vendedoras, con sus limpios y almidonados mandiles y los brazos cubiertos con blancos manguitos, subidas al entarimado, siempre dispuestas a "mesurar el porrot" y pesar las porciones de turrón en las relucientes y doradas balanzas al tiempo que no cesaban de vocear anunciando la dulce y tostada golosina. Como pegajosas moscas tampoco faltaban los pícaros rapazuelos rodeando los puestos y con un poco de suerte para ellos siempre había un descuido para después salir corriendo a esconderse en los cañares de la cercana huerta a comerse el puñado de "porrat" que habían "rapiñado".
Cuando llegaba el domingo, último día de la semana de fiestas, hasta las familias más modestas echaban la casa por la ventana. En todas las casas se hacía algún extraordinario y a la hora de la procesión acudían todos, convirtiendo los aledaños de la ermita en un hormiguero humano, contento y alegre, engrosado por los forasteros que llegaban de los poblados cercanos.
A la hora de la misa mayor la ermita era insuficiente para tanto asistente y para que pudieran oír al predicador colocaban toldos en la calle cubriendo el ardiente sol de agosto.
Como todas las calles y caminos eran de tierra y arena, para dicha ocasión se encargaban los vecinos de allanar el terreno cubriendo las profundas huellas que los carros y caballerías hacían al pasar, pero así y todo era tan blando el camino que la procesión tardaba en hacer su recorrido; además el itinerario era largo porque la gente quería que la Virgen pasara por su puerta.
Los jóvenes porteadores competían para llevar las andas y gracias a su incansable fortaleza daban gusto al deseo del vecindario recorriendo las calles del poblado desde el río hasta las barracas del tío Ferro y el Pardalo.
Para fin de fiesta después del volteo de la campana, se tiraba el gran castillo de fuegos artificiales, acto que despedía la fiesta.
Esta fiesta va a desaparecer debido a un desgraciado acontecimiento en el que murió un niño del barrio durante la procesión al desplomarse un balcón. Desde ese año, toda la fiesta se centró en el mes de mayo.

Artículo basado en un artículo de Don Juan Castaño del periódico de Nazaret.

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