CARTA PASTORAL 2012
Campaña LIII de Manos Unidas
Lema "La salud, derecho de todos: ¡ACTÚA!
Campaña LIII de Manos Unidas
Lema "La salud, derecho de todos: ¡ACTÚA!
Valencia, 16 de enero de 2012
Quiero compartir con vosotros el gozo que siento por la gran labor que realiza la organización católica Manos Unidas que presenta, para esta campaña LIII- año 2012 de lucha contra el hambre, el lema “La salud, derecho de todos. Actúa”. Así continúa con el desarrollo de los objetivos del milenio, haciendo hincapié en esta ocasión en combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, que por desgracia siguen sesgando vidas humanas que podrían ser salvadas con una buena prevención y tratamiento.
Año tras año, Manos Unidas, nos va presentando diferentes problemas que afectan directamente a la persona y se nos invita encarecidamente a tener una visión integral que nos permita un visión general de los grandes y graves dramas que afectan hoy en día a los hombres y mujeres de países más pobres, no pudiendo nunca olvidarnos de campañas anteriores y recapitulando todas ellas para llegar al corazón de la persona, tal y como lo hacía Jesucristo. Es de una trascendencia incalculable el presentar una visión integral de la persona, pues de ello depende que las respuestas sean también integrales y que todas las dimensiones de la persona estén presentes. De esta manera, Manos Unidas asume su identidad.
Es importante que, en medio de nuestra sociedad que enmudece ante las injusticias y se ciega por el materialismo egoísta, se escuchen voces proféticas y coherentes que rompan ese silencio y aviven las conciencias de todos. Pero ese anuncio debe ser ante todo evangélico, ya que sin Jesucristo toda la labor caritativa de la Iglesia se relativiza. El Santo Padre, con su fina visión de la Iglesia y la sociedad, decía en su discurso navideño a la curia romana: “Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente. Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios.” Jesucristo es esa fuerza que moviliza toda la labor caritativa y permite reconocer en el otro a mi hermano, que me necesita, que me llama, que pregunta por mí, que llora solo, que anda vagabundo…
Es impresionante leer en los Evangelios cómo el Señor no ignoró el sufrimiento de muchas personas, acercándose a ellas, tocándolas, hablando con ellas, mirándolas fijamente a la cara: “¿Qué quieres que te haga?” (Mc 10, 51). Muchas veces, nosotros podemos caer en la tentación de pasar de largo ante las situaciones desagradables de la vida. Hay cosas que nos molestan y nos denuncian, por eso es fácil girar la mirada ante la pobreza, el hambre, la violencia… Tal vez podamos poner cara de impotencia, o de no saber exactamente qué es lo que debo o puedo hacer, pero un discípulo del Señor nunca debería ignorar las lágrimas del prójimo. Cada gota derramada es recogida por la misericordia divina y algún día nos recordarán las ocasiones que las ignoramos conscientemente. Jesús le dijo al maestro de la ley que escuchó la parábola del buen samaritano: “Anda, haz tú lo mismo” (Lc 10, 37), invitándole a practicar las obras de misericordia. Hoy nos lo dice a nosotros con ocasión de esta campaña de Manos Unidas.
Con gran afecto y mi bendición
Año tras año, Manos Unidas, nos va presentando diferentes problemas que afectan directamente a la persona y se nos invita encarecidamente a tener una visión integral que nos permita un visión general de los grandes y graves dramas que afectan hoy en día a los hombres y mujeres de países más pobres, no pudiendo nunca olvidarnos de campañas anteriores y recapitulando todas ellas para llegar al corazón de la persona, tal y como lo hacía Jesucristo. Es de una trascendencia incalculable el presentar una visión integral de la persona, pues de ello depende que las respuestas sean también integrales y que todas las dimensiones de la persona estén presentes. De esta manera, Manos Unidas asume su identidad.
Es importante que, en medio de nuestra sociedad que enmudece ante las injusticias y se ciega por el materialismo egoísta, se escuchen voces proféticas y coherentes que rompan ese silencio y aviven las conciencias de todos. Pero ese anuncio debe ser ante todo evangélico, ya que sin Jesucristo toda la labor caritativa de la Iglesia se relativiza. El Santo Padre, con su fina visión de la Iglesia y la sociedad, decía en su discurso navideño a la curia romana: “Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente. Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios.” Jesucristo es esa fuerza que moviliza toda la labor caritativa y permite reconocer en el otro a mi hermano, que me necesita, que me llama, que pregunta por mí, que llora solo, que anda vagabundo…
Es impresionante leer en los Evangelios cómo el Señor no ignoró el sufrimiento de muchas personas, acercándose a ellas, tocándolas, hablando con ellas, mirándolas fijamente a la cara: “¿Qué quieres que te haga?” (Mc 10, 51). Muchas veces, nosotros podemos caer en la tentación de pasar de largo ante las situaciones desagradables de la vida. Hay cosas que nos molestan y nos denuncian, por eso es fácil girar la mirada ante la pobreza, el hambre, la violencia… Tal vez podamos poner cara de impotencia, o de no saber exactamente qué es lo que debo o puedo hacer, pero un discípulo del Señor nunca debería ignorar las lágrimas del prójimo. Cada gota derramada es recogida por la misericordia divina y algún día nos recordarán las ocasiones que las ignoramos conscientemente. Jesús le dijo al maestro de la ley que escuchó la parábola del buen samaritano: “Anda, haz tú lo mismo” (Lc 10, 37), invitándole a practicar las obras de misericordia. Hoy nos lo dice a nosotros con ocasión de esta campaña de Manos Unidas.
Con gran afecto y mi bendición
+ Carlos, Arzobispo de Valencia
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